Su abuelo siempre le había contado
de aquella enorme puerta, antigua y bien
cerrada. Enclavada en la montaña. Esa que se eleva en
medio de un extenso valle atravesado por el río que baja desde su cima, el
mismo río que casi bordeaba nuestro pueblo, le había dicho, Todos los que
sabían sobre ella, estaban seguros que, dentro de la montaña, había algo
oculto. Pero nadie, nunca, había encontrado la llave que permitiera abrirla.
Aunque intentaron hacerlo por todos los medios y con todos los recursos, sin
lograrlo. La puerta, había resistido los embates. Ni con palabras mágicas, ni
con ensalmos y menos con oraciones, la antigua puerta fue abierta por nadie. Una
vez, siguió diciendo mi abuelo, una pareja de enamorados que venían bajando la
montaña, después de subirla desde su otro lado, siguiendo el delgado curso del río en un verano
intenso, encontraron en una de sus orillas, debajo de una piedra que
reverberaba, un viejo manojo de llaves. Cuando, por fin, llegaron al pie de la antigua
puerta cerrada, comprobaron que una de las tantas llaves calzaba perfectamente
en su cerradura. Al abrirla, se encontraron con una habitación iluminada que
tenía una mesa pequeña con una llave en su centro y otra puerta cerrada a su
fondo. Abrieron la nueva puerta y, otra vez, una habitación iluminada, una
mesa, una llave, otra puerta cerrada. Continuaron desde allí, hasta abrir
cuatrocientas noventa puertas más. Agotados, en común acuerdo, los enamorados decidieron
detener su recorrido. Juraron, mutuamente, parados ante esa última puerta no
decir nada de nada, a nadie. Se regresaron y cerraron con su llave la cerradura
de la puerta enclavada en la montaña. Luego, se acercaron a las orillas del
río, en su sitio más caudaloso, y lanzaron la llave al centro profundo de sus
aguas. Muchos años después, la mujer, en su lecho de muerte, le contó esta
historia. Los ojos del abuelo mostraron un brillo.
—¡Qué lástima!—me comentó. Detrás de la antigua puerta
cuatrocientos noventa y uno hubieran encontrado el verdadero Jardín del Edén.
Eso sí, no puedo decirte cómo lo supe.
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