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Fragmento de una cerámica del uruguayo Tomás Cacheiro Sánchez

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Hace mucho la Tierra era una pequeña roca sin vida que cabía, cómoda, en la cajita de fósforos que estaba en la chaqueta del Primer Hacedor.

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- ¡Hágase la luz! – dijo el Hacedor de Lluvias para detener el diluvio que ya había creado. Se sorprendió al descubrir la primera hoguera.

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Dicen los abuelos que el aire nació creado por el Hacedor de Pájaros y que al intentar atrapar a los seres creados por él, nació el viento.

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Dicen que el hombre apareció - es decir, la primera mujer - cuando los Hacedores descubrieron que alguien tenía que admirar todo lo creado.

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El Primer Hacedor dijo unas dispersas palabras para que volaran con el viento. Ellas decidieron unirse y, poco a poco, formaron a un libro.

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- Acabo de crear mi mejor obra. En esta caja secreta la he guardado. Si la abren, la verán. Pero dejará de ser lo que es ¿Lo intentarán?

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Cumplidas sus creaciones, los Hacedores descubrieron que se aburrían por haberse acostumbrado a trabajar tanto. Así inventaron el descanso.

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¿Existen los Hacedores? Es suficiente con encontrar la sonrisa de un niño para saber de la presencia del cálido Hacedor de la Ternura.

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“Estamos tomando medidas”, decían los techos de los vagones del metro. El aviso ya desapareció de muchos de ellos. ¿Y las medidas?: También.

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“Estamos tomando medidas”, decía en los andenes del metro. Los avisos no se leen, los borró el paso de los pasajeros. A las medidas, también

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“¡Hazte el despierto y dale el asiento!” – dijo la señora, zamarreando al joven que cerró sus ojos al entrar una anciana al vagón del metro.

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“Siga las reglas”, dice un aviso colocado en los metros. Pero, ¿quién va a hacerlo si el aviso está sobre su cabeza o lo pisa en cada andén?

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“Siga las reglas”, decía la voz en el vagón del metro. “Pero, ¿qué pasó con los pasajero que me atropellaron al entrar?" pensaba la anciana.

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Es muy fácil vivir en una ciudad como esta. Lo más difícil, por supuesto, es que todos logren sobrevivir, todos los días y a cualquier hora.

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“Este país ahora es de todos” La única y gran diferencia es que, por ahora, muchos de nosotros no estamos, para nada, incluidos en ese todo.

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En este País de las Maravillas, Alicia aún corre por un conejo blanco. La diferencia es que todo está rojo. Y, no por pasión sino de sangre.

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¡Hay que ver como es la vida! Hoy, que me desperté seguro de que todo era paz, tolerancia, buenas intenciones...  ¡Justo hoy, me secuestran!

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Conocí un río un día quiso cambiar y se pasó por el ojo de una aguja.  Se hizo un hilo de agua que sirvió para hacerle un traje a la lluvia.

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Conocí un caballo que bebió mucha agua de un pequeño río. Tanto bebió se él que, cuando nos miraba, en sus ojos veíamos nadar los pececitos.

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Yo conocí un poeta que amaba tanto la poesía, que se convirtió en palabras para volar con el viento.

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Nos divertíamos en los ojos color del tiempo de la niña. Si estaba cansada, te veías pequeñito. Si estaba muy despierta,  te veías anciano.

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Conocí una muchacha cuya voz era tan extraña y bella que, al escucharla, estabas seguro que ella aprendió a hablar del canto de las sirenas.

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Una niña se miraba en un espejo y, de pronto, desapareció envuelta en una luz. La abuela dice que ella fue a encontrarse con el Principito.

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En un rebaño nació una oveja verde. Los padres la ocultaron. Temían que las otras ovejas la confundieran con un manojo de hierbas frescas.

Textos de Armando Quintero creados y recreados teniendo en cuenta los 140 caracteres para Twitter.