sábado, 8 de mayo de 2010

Respuesta a un comentario y a una pregunta sobre la primera entrega del blog

Los tres puentes del Río Olimar, Treinta y Tres, Uruguay.
Imagen tomada de WikipediA.
Para saber sobre el Río Olimar, haga clic en la palabra anterior.

Desde hace algunos años vengo participando en el ForoCuentoInfantil Ciudad Seva (*).
Lo conocí por el periodista venezolano Hugo Colmenares que deseaba vincularme a dos narradoras orales, promotoras de lectura y bibliotecarias uruguayas, Rosa Paseggi y Débora Núñez, más conocidas como Las Caperucitas Cómplices.
Son asiduas participantes al foro un grupo de escritoras, docentes, bibliotecarias, especialistas e investigadoras de Argentina, España, Chile, Israel, México, Puerto Rico, Venezuela, entre otros países. Y, también, alguno que otro periodista, escritor o crítico. Un grupo heterogéneo e interesante de personas.
Aclaro que antes me vinculaba mucho más al Foro, lo hacía con relativa constancia. Desde hace unos meses, por nuestros compromisos con la narración oral y con la escritura de nuevos cuentos, participo casi esporádicamente.
Al enviar la información de nuestro nuevo blog, entre las respuestas de varios de sus participantes, a quienes agradezco y aprecio sus palabras, recibí el siguiente mensaje:

“Armando:
He visitado su blog. Hermosa, tierna y original la secuencia de cuentos cortos de los lobos y lobitos. Me gusta la definición de cada personaje. La analogía invertida con los humanos.
Me encanta el cuento de la vaca Clarissa. No se por qué me atrae la expresión "Hay lugares en donde se nace para salir de ellos." No estoy segura si lo cito bien. Podría dedicarle toda una tarde de pensamiento para intentar descifrarla. ¿La puede comentar?
Abrazos caribeños
Justina” (**)

La frase citada por Justina Díaz resulta, por esas divertidas traiciones que nos da la memoria, de una interesante y sutil ironía. La verdadera, la puesta en el cuento, dice: “Hay lugares en los que se nace para irse”. Frase que va entre comillas, no sólo porque está pensada por el personaje de la vaquita azul, sino porque no es de mi autoría.
En las clases de Literatura del Instituto de Profesores Artigas, en Uruguay, se la oímos decir numerosas veces al Prof. Jorge Albistur. Nos tocó muy hondo. Y, por su cruel realidad para mediado de los años 70, nos resultaba de un peso, un volumen y un color indescriptibles.
Albistur la citaba muy a menudo, y señalaba que era del poeta Rubén Darío al referirse a su Nicaragua natal. Nunca dudamos de las honestas y documentadas palabras de Albistur. Quizás por ello, y por la fuerza de su contenido, tampoco le preguntamos de dónde la había tomado. Siempre hemos lamentado esto último porque, por años, he revisado numerosos escritos del nicaragüense sin tener la suerte de encontrarla.
Creo que en lo personal la frase me llegó con tanta profundidad, y aún me llega, por haber nacido donde nací, la ciudad de Treinta y Tres.
El nombre de esa ciudad es para un cuento, y siempre me lo preguntan, porque muchos dudan que exista la posibilidad de un nombre así. Aunque basta mirar a Uruguay en cualquier mapa o planisferio para comprobar que existe.
La ciudad, tanto como el departamento, reciben el nombre de la Cruzada Libertadora, integrada por treinta y tres hombres que, bajo el mando del general Juan Antonio Lavalleja, se supone, gestaron la primera independencia de nuestro país.
El Río Olimar, con su afluente el Arroyo Yerbal, casi rodean a la ciudad de Treinta y Tres, y parecen dejarla como una isla.
Varias veces, en nuestra adolescencia, aún sin conocer las palabras de Rubén Darío -nos preguntamos si no habíamos nacido en una ciudad creada para irse. Al menos para nuestra ciudad natal, parece ser el caso.
Lamentablemente, el devenir de los hechos, con toda su cruel y silenciada realidad, nos fue demostrando que la frase se aplicaría no sólo a la ciudad, sino a todo el país.
Es que, para entrar a Treinta y Tres desde la capital, o de los departamentos y poblados vecinos, uno tenía y aún tiene la posibilidad de atravesar a cualquiera de los tres puentes que cruzan al Río Olimar.
Un puente vecinal, "El Puente Viejo". Un puente de madera e hierro, que fue el primero y que, últimamente, sólo permitía el paso de personas a pies, bicicleta o caballo. En la imagen es el más pequeño, ubicado al medio de los otros dos.
Un puente que nos unía a la Capital. "El Puente del Ferrocarril", de hierro, y creado para el cruce de estas máquinas, mientras se utilizaron en el país. Es el que está en la parte superior.
Y, por último, un puente que nos comunica con nuestro continente, "El Puente Nuevo". Construido en hormigón concreto y es el que corresponde a la Carretera Panamericana. En la imagen, es el que está más cercano a quien observa la imagen de esta nota.
Los tres puentes están separados por unos pocos metros de distancia uno del otro y generan un paisaje muy particular que singulariza a nuestra ciudad ante el resto del país.
Y, en nuestra infancia, nuestra adolescencia y nuestra primera juventud nos permitieron marchar por ellos, también en nuestros sueños. Quizás, para evitar que se enmoheciera las raíces de nuestra provinciana existencia al imaginar una serie de permanentes viajes a todos los lugares del mundo.
Sabemos de alguien que, hace unos años, desde Venezuela llegó a Uruguay y, por esa vía hasta su capital, Montevideo. Como para confirmar que el sueño no era tan sueño.


(*) ForoCuentoInfantil Ciudad Seva es un foro virtual -y gratuito- creado para lectores de cuentos infantiles. El hogar de ForoCuentoInfantil es Ciudad Seva, hogar electrónico del escritor Luis López Nieves. Si usted desea aprender sobre cuentos infantiles, participar en estimulantes discusiones, conocer las opiniones de otros o recibir sugerencias sobre autores que no conoce... ForoCuentoInfantil es el lugar que usted buscaba. Coloque su dirección electrónica en la cajita y envíela. Recibirá instrucciones por correo electrónico. Si desea vincularse, este es el enlace:
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(**) Mensaje enviado el jueves, 6 de mayo de 2010, 10:05. Por Justina Díaz, del ForoCuentoInfantilSeva@yahoogroups.com

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