
Ilustración tomada del blog Frases y Poemas
Sarita es así.
Como es.
Ni más, ni menos.
Sarita tiene su cabellera rojiza, ensortijada y abundante.
Como si frente a nosotros estuviera un divertido león que sólo se alimentara de zanahorias.
Sarita tiene su blanca cara redonda, con abundantes pecas que le dibujan figuras a su rostro.
Como cuando en el cielo aparece la luna completamente crecida, con todas sus manchas al desnudo.
Sarita tiene sus grandes ojos, redondos y azules.
Como si uno mirara el cielo por los binoculares del abuelo, en primavera y sin nubes.
Sarita es así.
Como es.
Y, por si fuera poco, tiene una mirada que parece averiguar cómo eres.
Sarita se peina a su manera.
Con su abundante cabellera suelta.
O, con dos colas de caballo a ambos lados de su rostro, o una enorme trenza sujetadas con mariposas azules.
Naturales, porque las de plástico le provocan alergia.
Sarita viste como le gusta.
- ¿Cuándo se vestirá como la gente? – se pregunta la abuela.
Aunque se sonríe al recordar cómo se vestía ella cuando tenía su edad.
Sarita, a veces, sueña hermosos sueños y ve un país donde habitan una vaca azul, una oveja verde y un caballo multicolor que se alimentan de jardines.
- Anda, Sarita, ¿no vas a seguir contando? – le dicen sus hermanos.
Y Sarita se alegra de parecerse a su abuela cuando habla de sus sueños.
Sarita, también, tiene unos sueños oscuros con unos hombres de uniformes y cascos oscuros, que persiguen los reflejos de una luz diferente en las personas para montarlos en unos trenes oscuros y abandonarlos, largo viaje después, en unos barracones mucho más oscuros todavía.
- Oye, Sarita, eso pasó en tiempos de tu bisabuelo – dice su madre.
Sarita se entristece porque sabe cómo esto pasa, aún, fuera de los sueños.
Y Sarita imagina un universo donde cada uno acepte al otro por lo que es y no por lo que quiere que el otro sea.
Por eso Sarita cuenta de un pequeño unicornio azul con alas que se posa en la palma de la mano como invitándola a dar un paseo por cada lugar del mundo.
- Lo ves o no lo ves – dice Sarita – Es una posibilidad que es tuya.
Y Sarita se alegra porque sabe cómo esto siempre pasa cuando lo deseamos.
Sarita es así, como es.
Ni más, ni menos.
Y uno se pregunta, una y otra vez:
- ¿Cómo sería nuestro mundo sin personas como Sarita?
Y uno siempre se responde:
- Si en algún lugar del mundo no hay una Sarita habría que inventarla, ¿no te parece?
Del libro Sarita de Armando Quintero
¡Las Saritas son imprescindibles en este mundo!
ResponderEliminarMuchas gracias por el acertado comentario.
ResponderEliminarUn abrazo a la Brujihechicera Mayora (también con el sentido correntino de la hermana mayor)
Saludos familiares a Monseñor y los principitos