martes, 8 de junio de 2010

La oveja verde y su hermanita negra


Ilustración tomada de www.taringa.net

En un rebaño nació una oveja verde.

Luego de la sorpresa inicial, sus padres la ocultaron largo tiempo del grupo de ovejas blancas al cual pertenecían.
Al verla tan pequeña y tierna, temían que las otras ovejas la confundieran con un manojo de hierbas frescas traído por el viento y se la comieran.

Fue creciendo obediente, delicada y juguetona.
Con aspecto y parloteo de balar, como para siempre, el idioma de los corderitos.
Algo que muy pocas ovejas blancas hacen en esos lugares donde nadie escucha al otro, sino a sí mismo.

Cierto día, en un descuido, se asomó al mundo por la puerta falsa de un corral y supo que también tenía una hermanita negra.
Era una oveja más pequeña en tamaño. Pero, mucho más grande en travesuras que ella. De una curiosidad inagotable,apasionada de los juegos, capaz de toda clase de preguntas. Y, sobre todo, fascinada de hacerle bromas a las grandes ovejas blancas, que siempre andan alineadas, saltando cercas, a la hora de los desvelos.

Apenas se vieron, se reconocieron. Porque ambas sabían lo que cada una era con la otra. Y se fueron a recorrer mundos.
Escucharon por aquí, hablaron por allá y se sorprendieron por todos lados al descubrir que el universo tiene mucho más que siete maravillas, cinco sentidos y las dos posibilidades de observarlo.

Aprendieron a amar a Charles Chaplin, a Einstein y a Pelé.
A vibrar con Bach, Vivaldi y Rubén Blades.
A sentir a Velázquez, Goya, Van Gogh o a Reverón. Y a disfrutarlos como cuando se lee a Mafalda, Calvin y Hobbes, Olafo y a Charlie Brown.

A recordar las voces y los gestos de Blanca Graciela, Luis Luksic y el Tío Nicolás contando cuentos.
Y a sentir que el corazón y los oídos se encuentran igual de acompañados como cuando escuchan a Sting, los Beatles o las tonadas de Simón.
A disfrutar las cosas más sencillas de Aquiles Nazoa como, también, a las menos sencillas de su credo.
Y, para todos, aprendieron la seguridad de conocer que aquellos que en el mundo han sido, seguirán siendo, por los siglos de los siglos, más vivos en la memoria que de ellos mantenemos.

Por ello, y para ello, alimentan sus relaciones con el asombro, el humor, la ternura, el amor, la bondad, la dignidad y la esperanza.
Y recorren todos los espacios posibles, y aún los imposibles, con esa maravillosa propuesta de narrar sus cuentos.


Del libro "Los Cuentos de la Vaca Azul" de Armando Quintero.

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