sábado, 2 de julio de 2011




Las plantas
        Era mucha la soledad del mundo.
         La vista se perdía, aburrida, entre lo oscuro de las tierras, el ocre de las arenas y los diversos azules de los ríos, el mar y el cielo.
        Aquí no hay nada nuevo bajo el sol. No puedo más, con esto de ver sólo polvo y agua – se dijo el Primer Hacedor, mientras amasaba entre sus dedos pequeñas pelotitas de lodo y arena, de diversas formas y tamaños -.  Aquí, ¿nunca habrá nada nuevo? – se preguntó, como olvidado de los diversos colores de cada amanecer, mientras seguía haciendo pelotitas.
         Distraído, mientras continuaba caminando por los espacios desolados, las iba lanzando por detrás de sus hombros. Una vez con una mano, otra vez, con la otra. Recogía nuevos trozos de arena y lodo y formaba otras nuevas.
         Hasta que, al darse vuelta, descubrió lo sucedido: de cada pequeña pelotita caída había nacido la hierba, el musgo, los líquenes, las diversas plantas que hacen diferentes los paisajes.
            Los árboles nacieron luego, cuando algunos de los nuevos seres recién creados, al estirarse, creyeron encontrar la posibilidad mágica de tocar el cielo.

 Tomado del libro De tiempos inmemoriales de Armando Quintero Laplume

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