viernes, 3 de junio de 2011

Machadianas, coplas de cuentero (III)


Luna llena apareciendo sobre El Ávila. Foto de Paul Montilla 





XXV
“Contamos para que veas,
y no para que nos oigas”
dicen cuenteros mayores
que en el oficio se gozan. 

XXVI
Si no te preguntas nada
¿Seguro estás de tu hacer?
Si sólo esperas respuestas
nunca podrás aprender.  

XXVII
A pesar de despertarse
antes que venga la aurora,
un cuentero, entre recuerdos,
se va quedando sin horas.

XXVIII
Tuvo su puño apretado
un cuentero, en su ciudad.
Dolió su mano cerrada
aunque empuñó la verdad

XXIX
Si hallan en su cadáver
la edad que un hombre tenía,
no quedarán sin edad
los cuentos que se sabía. 

XXX
-Dios hizo de barro al hombre.
 Con un soplo le dio vida-
dijo un cuentero narrando,
que comparar no quería.

XXXI
Del barro de mis entrañas
-¡Dios me libre mi salida!-
suelto palabras al viento
para que más hombres vivan.

XXXII
En tus palabras se ha visto
claras nubes, pueblos bellos,
niños, hombres y mujeres...
las vidas que llevan dentro.

XXXIII
Cada uno, al escucharte
siente lo nombrado de ellos.
Y no ven que sólo es tuyo.
¡Vivan tus cuentos, cuentero!

 XXXIV
 Asombro,  ternura, humor...
vivos en tus puros cuentos,
hacen que nos suelte amarras
el niño que bulle dentro.

XXXV
Si una palabra se esconde,
llámala a punta de lecos.
Adentro. Sin que se enteren.
Logrando seguirle el juego.
Pero, con todo el coraje
de no callar ante el riesgo.

XXXVI
Cuentero improvisador
no es cuentero improvisado,
te cuenta lo conocido
no lo que tiene olvidado.




Las Machadianas, coplas de cuentero. 
Del libro Los cuadernos de Julio Márez de Armando Quintero.

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